jueves, 22 de noviembre de 2012

Constancia

¿Realmente... es este mi sitio?
¿Me habré equivocado de camino?
¿Estoy hecho para esto?
¿Cuánto tiempo seguiré así?
...
Siempre procuro ver el lado positivo de las cosas,
pero llevo demasiado tiempo aguantando,
pensando que tras estas numerosas caídas saldría del paso...
¿Y para qué?
Para caer de nuevo una vez más,
caer innumerables veces aún sin haber llegado a la mitad del camino,
caer entorpeciendo mi ritmo, sintiéndome inútil.
Realmente no sé si valgo para esto...
Y da mucho coraje, porque esto que estoy haciendo me gusta,
pero a veces son tan altos los muros que no consigo seguir adelante,
tanto es así que me imagino dentro de unos años en la misma situación que ahora...
Joder, entiendo que sea difícil, ¡pero es que parece que no tiene límites!
...
Menuda mierda.
...
Aunque bueno...
Cierto es también que, aunque he luchado, podría haber luchado
desde antes,
más
y mejor.
...
Puede que no esté todo perdido.
Si hay personas que lo consiguen,
¿por qué yo no iba a poder?
Superación, eso es lo que más necesito ahora mismo.
¿Y sabéis qué?
Pienso conseguirlo por todos los medios.
Señor, dame fuerzas para levantarme cada vez que caiga,
porque la constancia es el mejor aliado para alcanzar la superación.

martes, 13 de noviembre de 2012

Lilium

- Qué paz, qué místico es todo esto...

Acababa de cruzar las puertas de una antigua catedral poco transitada, la estructura del edificio contenía una inmensidad de detalles, la decoración era preciosa y la melodía que sonaba de fondo típica de cánticos religiosos en latín le daba una ambientación que te dejaba los pelos de punta.

Me acerqué a un rincón donde se ubicaba un mueble de madera antiguo con ciertas figuras representativas sobre él. Me pregunté sobre qué fecha pudo construirse, ya que parecía el más viejo de todos, y con diferencia. De repente noté una presencia, había alguien agachado pegado a la pared. Su mirada se perdía evadiéndose del mundo real, escuchando una caja de música que portaba consigo. Era un chiquillo de aparente pobreza, tenía el pelo negro larguito, más o menos le llegaría por los hombros, pantalones cortos marrones oscuros y una camiseta vieja y sucia de un color aparentemente blanco desteñido. Dejó aquella cajita de música detrás de un ladrillo suelto que había en la pared y de repente me miró. Su rostro cambió por completo al darse cuenta de mi presencia y acto seguido se fue corriendo.

 No pude evitar acercarme para ver con mayor detenimiento aquel objeto musical. Era de madera, puede que madera de roble, simple, humilde, desprendía una melodía que daba gusto oír. Resultaba plenamente tranquilizante, era una melodía preciosa. Aquella sinfonía procedente de la caja me acompañó a un mundo de paz, donde los problemas y los sufrimientos no existían. Se estaba tan bien allí... Cualquier persona daría lo que fuera por poder permanecer en aquel maravilloso lugar...

Abrí los ojos. La melodía dejó de sonar, ya que la llave que había que girar para hacerlo sonar dejó de dar vueltas. Me sentí mal, triste, apenado. Me daba mucha lástima haber descubierto que nuestro planeta no era esa maravilla aparente generalizada. Cuánta gente sufriendo, cuánta gente pasándolo mal, llorando, echando de menos a alguien, cuánta gente malvada haciendo de las suyas por todas partes... Ojalá pudiera hacer algo para cambiar eso...

Volví a girar la manivela que le daba cuerda a la caja de música y seguí escuchándola, y al hacerlo me percaté de que el cántico que sonaba de fondo en aquel lugar era la misma melodía que emanaba de aquel objeto.

Supongo... Supongo que fue creado, tanto la caja como aquel edificio, en un lugar apartado de todo ruido y malestar con el fin de transmitir un poco de paz a todas aquellas personas que todavía guardaban fuerzas para seguir creyendo que, algún día, aquel maravilloso lugar sería real.

Coloqué la caja detrás de aquel ladrillo, tal y como lo encontré, y dispuesto a marcharme, me di la vuelta y allí estaba, aquel chiquillo observando en la distancia. Le miré a los ojos y, tras transmitirme un elevado nivel de inseguridad y algo de miedo, me sonrió y caminó adentrándose en los pasillos de aquel complejo.

Realmente aquella caja era una medicina contra la negatividad del mundo, y aquel lugar era como un refugio impenetrable.

Sonreí.

Tomé mis cosas y me dispuse a salir al mundo exterior. ¿Quién sabe? Puede que algún día... No necesitemos aquella cajita.