domingo, 31 de agosto de 2014

La tristeza y la melancolía

Hace poco recibí una pregunta curiosa e interesante que decía: "¿Qué piensas sobre la tristeza? ¿Y la melancolía? ¿Y qué opinas sobre ellas? ¿Hay alguna sensación semejante que consideres que te agrade? ¿Por qué?‎". Una vez que la respondí, me gustó bastante cómo quedó y es por eso que lo comparto en este blog. La respuesta fue la siguiente:

La tristeza junto a la alegría forman las dos caras principales de la moneda del sentimiento. Sin ella, no sabríamos diferenciar lo que nos hace felices de lo que nos hace añicos. Con ella, aprendemos a valorar más las cosas que nos hace sentir bien. Eso es lo que lo hace hermosa.

La melancolía sólo es una huella, una marca que nos recuerda una vez más lo que se siente al estar triste y, a su vez, la añoranza en base a un feliz y buen recuerdo. Un intento descarado de confusión.
La gente tiende a rechazarlas por sus correspondientes consecuencias negativas, pero no por ello las considero malas o innecesarias. Creo que cada una tiene su función que podrá hacernos bien o mal, pero nos aportará algo más importante que un resultado temporalmente anímico: experiencia.

Confieso que no me gusta sentirme de ninguna de las dos maneras pero, paralelamente, siento atracción por las cosas que las transmite (cosas, que no hechos). Por ejemplo: cualquiera que me conozca bien sabrá que adoro los cuadros de Eric Lacombe. Todas sus obras transmiten pena, tristeza, agonía, oscuridad o soledad; y posiblemente alguno se pregunte "¿Cómo te puede gustar algo así?". La respuesta es bien sencilla: El arte no sólo consta de cosas bellas o bonitas, las malas o tristes también merecen su hueco (sobre todo si la obra en sí está bien hecha) y esto es extrapolable a otros contextos. Creo que hay que aprender a valorar lo bueno y lo malo de cada detalle de nuestra vida, además de saber apreciar la belleza y significado que conlleva.

Por último, he de decir que, posiblemente, la empatía sea la gran influyente (en mi caso) de gustarme este tipo de cosas (no confundir con el hecho de que me pueda gustar vivir o presenciar sufrimiento o pena, eso no lo soporto).

Y bueno, adjunto una imagen de uno de mis cuadros favoritos del pintor ya nombrado, para que te hagas una cierta idea:



martes, 26 de agosto de 2014

Ask Challenge: "ciervo", "cacahuete", "bucometasana", "pollo" & "chatarra"

Yo mismo realicé esta propuesta a varios amigos, pero una amiga mía respondió con un gif (una imagen animada). Acto seguido, ella misma me propuso el mismo reto, así que procedo a redactar mi respuesta.


Si tú respondes con un gif, ¿debería hacerlo yo también?

...

No lo creo.

Mi abuelo era de esos tipos que no se andaban por las ramas. Hablaba siempre sin tapujos para así evitar confusiones. No sabía lo que eran los gifs ni nada de eso, pero si los conociera seguro que diría algo semejante a esto:

- "Menuda gilipollez".

Solía ir de vez en cuando a cazar (más por hobby que por necesidad, la verdad), pero no cazaba jabalíes y esa clase de animales. Particularmente, a él le fascinaban los ciervos, por eso mismo siempre que salía de caza solía pasar dos o tres noches fuera, ya que el hábitat de estos majestuosos animales se encontraba lejos de su vivienda. Tal era su obsesión que intentó construir él mismo un ciervo con trastos y chatarra aparentemente inservibles, aunque por aquel entonces sólo era un deseo pendiente de verse realizado. Recuerdo aquella vez que me colé en su trastero y descubrí aquellas formas mecanizadas. Daba la sensación de haber estado practicando con diferentes formas basándose en otros animales, como cerdos, pollos o cabras. Molaba mucho, pero... daba algo de miedo.

A menudo, mi abuelo tendía a carraspear mucho y eso le irritaba bastante la garganta. Nunca salía de casa sin esas pastillas (Bucometasana creo que se llamaban). La verdad es que daba mucho apuro escucharle toser, daba la sensación de que estaba enfermo, pero esas pastillas le aliviaban. Puede que le hubieran generado una cierta adicción a ese producto, ya que estaba cegado por la aparente necesidad de consumirlo. Varios años más tarde fallecería por cáncer de esófago.

No llegó a terminar de construir aquel ciervo.

Y aquí estoy, sentado en unos escalones de mi casa, solo, comiendo cacahuetes, mientras recuerdo tristemente grandes momentos de mi infancia pasados junto a mi abuelo. Estoy seguro de que le habría encantado poder haber visto terminada aquella figura mecanizada, pero su enfermedad se lo impidió.

Creo que nunca había conocido a alguien con quien pudiera haber estrechado tanto mis lazos. Le quería muchísimo y es por eso que, en su honor, he tomado una decisión:

- Abuelo... Si sigues por ahí... Pronto verás tu deseo cumplido.

PD: Para aquellos que se lo planteen, es una historia inventada. Nada de "basado en hechos reales" xD

Ask Challenge: "Schrödinger", "milenarismo" & "esternocleidomastoideo"

A veces, en la red social Ask, se propone el desarrollo de historias donde aparezcan una serie de palabras concretas. En este caso, surge la propuesta descrita en el título de esta entrada. Vamos con ello.

- Oye Schrö, ¿sabes en qué consiste el "milenarismo"?

Schrödinger dudó por un instante. No había estudiado mucho la asignatura de religión el fin de semana, ya que estuvo trabajando en hipótesis que realizó meses atrás. Tras unos segundos, respondió:

- No lo sé, profesora.
- Bueno, no pasa nada Schrö, pero procura centrarte. En fin, ¿alguien lo sabe y quiere responder?
- ¡YO PROFESORA, YO!

- Estúpida Mónica, -pensó Schrödinger- siempre tan arrogante, queriendo demostrarle al mundo lo "lista" y perfecta que es. Lo mejor de todo es que, realmente, deja muuuucho que desear. La mayoría de las veces no tiene otra cosa mejor que hacer que molestar al personal, incluyéndome a mí.

Sonó el timbre del centro educativo, indicando que ya era hora de acabar las clases y volver a casa. Schrödinger recogió sus cosas y se dispuso a salir cuando Mónica se le acercó interrumpiéndole el paso.

- Vaya, Schrö, mira que no saber algo tan sencillo...
- Tenía asuntos mejores que atender.
- ¿Más que los estudios que te otorgarán un título que decidirá tu futuro? - Preguntó con desprecio.
- Ni que sirviera para algo esta asignatura.

Mónica se mantuvo expectante. Luego, respondió:

- Bah, seguro que ni siquiera sabes pronunciar una palabra complicada - Mónica realizó un gesto arrogante mientras se soltaba el pelo.
- ¿Qué palabra consideras complicada? - Preguntó Schrödinger algo alterado.
- Pues por ejemplo podría decirte "esternocleidomastoideo". ¡Uy! ¡Pero si ya lo he dicho! - Comentó antes de soltar una carcajada.

El odio de Schrödinger aumentaba cada vez más. No podía soportar el seguir tratando con esa malcriada, así que se le ocurrió un plan donde formular una teoría para un trabajo de clase con el que vengarse de ella.

- Oye Mónica, no estoy muy puesto en matemáticas, ¿quieres venir a mi casa y ayudarme? Seguro que se te dan genial.

Con nerviosismo y dejándose llevar por el narcisismo, Mónica aceptó sólo por no querer estropear su imagen de chica perfecta, pues realmente no dominaba del todo el temario que se impartía en clase.

- Está bien, si insistes...

Caminaron juntos hasta llegar al jardín de Schrödinger, donde éste decidió golpearle en la cabeza a su compañera de clase, dejándola en el suelo inconsciente. Schrö sonrió con malicia.

Al día siguiente, en clase de filosofía, Schrö expuso su trabajo de una forma relajada y confiada. Su proyecto consistía en una caja totalmente cerrada donde, aparentemente, guardó varios trastos para aprovechar su espacio y así poder simular que dentro de la caja hubiera algo, por ejemplo, un gato. Básicamente, explicó que nunca podría saberse si ese "gato" estaba vivo o muerto hasta volver a abrir la caja y, tras una relativamente extensa exposición, el profesor le felicitó y le invitó a volver a su asiento.

El duro trabajo por fin había dado resultado, y lo mejor de todo era que Mónica no estaba ahí para molestar. Bueno... En realidad sí que estaba allí.
Tras haber dejado a un lado su preciada caja y haber tomado asiento, susurró mientras acariciaba la caja:

- Gracias por la ayuda, Mónica.

jueves, 7 de agosto de 2014

Abstracción

Qué paz... Qué calma...
Ojalá pudiera pasar el resto de mis días aquí.
Puede que suene raro, pero... realmente adoro
la tranquilidad que me invade ahora mismo.
Aquí sólo reina el silencio, dulce y melancólico silencio,
un lugar donde olvidarlo todo
y no pensar en nada,
no como mi entorno donde no se olvida nada
y se piensa en todo.


Qué paz... Qué calma...
Qué entrañable tranquilidad me envuelve en este espacio.
Ojalá pudiera quedarme, pero no puedo...
Debo salir a la superficie.