martes, 19 de abril de 2011

Semillas

Solo en medio de la penumbra, rodeado de árboles tétricos cuyas formas hacían imaginarlas en movimiento con esa estética macabra, tenía miedo. No era el bosque que solía frecuentar para descansar y pintar los árboles, los pájaros y demás habitantes de tal maravilloso hogar. Parecía como si mostrase su lado más horrendo.
Eché a correr, no importaba el rumbo, cualquier camino era bueno con tal de salir de aquel lugar, sólo se escuchaban mis pasos al correr y las hojas crujiendo al son de mis pisadas. Daba la sensación de que algo malo ocurriría en cualquier momento, y la verdad no quería quedarme para averiguarlo.
Continué rumbo a ninguna parte, estaba cansado, noté que mis piernas dejaban de responder a mis impulsos. Sentí pánico. No era la primera vez que sentía eso en mi cuerpo, y cada vez que sucedía ocurría algo poco agradable de recordar.
Tropecé y caí al suelo. Me percaté de que el causante era una rama de un árbol que se movía lentamente hacia mí. Intenté huir, pero me fue imposible, pues ésta tomó mi pierna y comenzó a inmovilizarme, rodeándome con esa textura seca y rasgada. Estaba perdido, condenado a permanecer allí solo en compañía de la oscuridad de por vida.


Mientras me atrapaba noté cómo la energía de mi cuerpo se desvanecía poco a poco, como si algo en mi interior ausentase mi cuerpo nauseabundo, como si estuviera... medio vacío.

Alcé la vista y allí estaba, riéndose de mí mientras se giraba y me abandonaba sin importarle lo mas mínimo. Entonces las raíces comenzaron a destrozar mi cuerpo como si de serpientes se trataran, mientras recorría una lágrima por mi rostro, tal vez del dolor y el miedo acumulados por todo lo que estaba sucediendo.

Y entonces...

-(PI-PI-PI-PI; PI-PI-PI-PI; PI-PI-PI-PI)

Sonó el despertador, lo apagué rápidamente mientras suspiraba con un alivio tremendo. Estaba a salvo. Pero una cosa estaba clara, y es que no volvería a ver con los mismos ojos aquel paraíso natural.

Aún así, estaba seguro de que volvería a ir allí para pintar, como era habitual, esos cuadros que me llenan de vida y me hacen sentir quien soy, pues yo decido el camino a seguir... Y aunque yo, y sólo yo, sea el dueño de mi destino, en el fondo sabía que éste no estaba tan definido como parecía, pues lo que nos rodea y el día a día que vivimos son las piezas clave para orientarnos a elegir un camino u otro, sea el más recomendable o no, pues todo rostro benévolo posee un lado tenebroso y viceversa.

Nada ni nadie debe impedir que seamos quienes somos. Todo tiene su lado brillante, tan sólo hay que buscar un poco, ser algo conformistas y aceptar la realidad tal y como es, pues aunque parezca que todo es oscuro, en el fondo puede ser lo más agradable que uno pueda encontrar.

Sí, me ha dado la vena "filosófica" por así decirlo, ¿y qué? xD