viernes, 15 de diciembre de 2017

María


Parece que fue ayer cuando jugábamos con nuestros juguetes por el jardín, donde las barbies sufrían de todo menos por higiene, donde los monstruos, independientemente de su origen, se dedicaban a raptarlas una y otra vez en ese bucle incesante que tanto nos entretenía, donde los Action-man tenían una ligera tendencia a ser idiotas salvo el jefe de los malos, cuyas extremidades se posicionaban aleatoriamente de tal manera que podía hacerse pasar perfectamente por alguien poseído en una película de terror.

Parece que fue ayer cuando nos reíamos pisando un mísero charco un día de lluvia en verano, cuando nos tocaba vestir de pastorcillos en navidad para ir al colegio o cuando te daba por coger dos o tres bolígrafos con los que improvisar una historia.

Parece que fue ayer cuando nos dedicábamos a jugar a Super Mario y a otros juegos como Alone in the Dark en el trastero (o como solíamos llamarlo, "la casita"), bien solos o acompañados de Jose, Christian y otros amigos de la manzana.

Parece que fue ayer cuando nos metíamos todos en una misma piscina y no había quien nos sacara de ahí, cuando papá encontró una rana que le costó coger y que, tras ser capturada, acabó liberándose por sí sola, cuando nos entreteníamos lo más grande imaginándonos en mundos semejantes a los de Digimon, Pokémon o Sakura.

Parece que fue ayer cuando comenzaste a esperar a que yo entrara en el baño para lavarme los dientes sólo con la finalidad de hacerme compañía y revelar tu faceta de maruja, esperando siempre a que te contara mis movidas, pero siempre con ganas de ayudar.

Parece que fue ayer cuando decidiste dar un paso adelante y aplicar todos tus conocimientos y esfuerzos en prestarte a los que más te necesitaban, invertir tantas horas de sueño, entretenimiento o desconexión en los demás sin importar cuán saturada podía encontrarse tu mente.

Parece que fue ayer cuando decidiste dejarle bien claro al mundo que todos merecemos ser queridos y que decir «te quiero» una, dos, tres, diez o setencientas mil veces nunca está de más.

Parece que fue ayer cuando decidiste escapar para encontrarte con el amor de tu vida de una vez por todas, cuando comenzaste a mostrar una felicidad digna de ser recordada, siempre regalando una sonrisa sincera a todo el mundo.

Y es que todas esas motivaciones nacen de ti, de tu persona, porque siempre has sido un recipiente rebosante de amor y cariño hacia el prójimo (salvo si a alguien le daba por meterse conmigo en el colegio, en cuyo caso más le valía salir corriendo si quería quedar impune). No sé si eres consciente del impacto que causas en nuestras vidas y la influencia que dejas tras de ti allá por donde pasas, pero te aseguro que es algo que resulta más que notorio.

Observar el ayer está bien para echar un vistazo al camino recorrido, pero más que con el ayer deberíamos deleitarnos con el mañana, pues te puedo asegurar que si muchos pueden seguir viendo la luz del sol cada día que pasa, es gracias a ti. Siempre he pensado que pocas cosas hay más bonitas en el mundo que ver a una persona sonreír, y no pongo en duda que cada vez que sonríes haces de este planeta un lugar mejor para vivir.

No hay mayor privilegio en todo el universo que ser tu hermano y eso es algo que no cambiaría por nada.

No lo olvides nunca, nena: eres mi mayor fortuna.

Te quiero.

martes, 24 de octubre de 2017

Octubre

Eterna primavera,
la estación de los gozos,
del color en praderas
y, en la gente, sonrojos.
La estación del capricho,
de plantas y de bichos,
de los gestos risueños,
del deleite en sueños,
de fiestas en lo real
plagados de libido,
gente muy poco leal
que cae en el olvido,
de personas buenas que,
por muy malas fortunas,
se pierden en lagunas
y asocian dolor y fe.

Mas no obstante prefiero
una estación distinta,
repleta de nostalgia,
y tristeza variopinta,
de mantos y "ferrero's",
de besos que contagian
con mimitos y abrazos
el calor de un regazo.
Pero mi fascinación
reside en tu mirada,
en tu voz siendo canción,
tu sonrisa de hada,
tus tímidos hoyuelos,
tu cabello cobrizo
o tu figura en otoño
en busca de consuelo.

Y es que da igual la estación
que acontezca ahora,
porque si estás presente
contagias divinidad,
la fe en la relación,
encuentros a deshora,
la ternura al verte
y plena felicidad.
Ojalá tu mirada
me acompañe por siempre,
porque me siento libre
con tus ráfagas verdes,
que seas mi brújula
cuando surque el Mar Rojo,
porque si he de perderme
que sea en tus ojos.

viernes, 12 de mayo de 2017

El vigilante

El éxodo en la odisea azul,
la cálida brisa primaveral,
la conducción rítmica en general,
la escarcha tras la caída del alud,
el bastión hidratado y voraz,
el cóctel Molotov casi prendido,
dualidad de lo crítico vencido
y ausencia de la fatiga veraz.

Vacío existencial en la despensa
recargando la lista de tareas,
flotando inactivo en la marea
sin ser el objetivo de la prensa,
un paso más cerca de la vida
con la otra promesa infectada,
parasitando mentes variadas
y alterando visión percibida.

Sellar mundos y abrir otros futuros,
lo dice el enlace con lo extraño.
Genera pasiones en estos años,
disfruta la experiencia sin apuros,
que aunque se vaya volando el paño
el día no se torna oscuro,
pero si se mantiene impuro,
puede conseguir hacerte daño.

Fusión entre realidad y ficción,
la correspondencia tiende a alejarse,
mas siempre procura deleitarse
con varios silbidos y una canción.
La similitud con la herida per se
hace que quiera sanar por la unión
de elementos fatigados por tensión
o tiritas sin fuerzas p'amarrarse.

El globo no termina de hincharse.

domingo, 12 de marzo de 2017

Nochebetes

Montaña difusa, vaivén anímico,
la excusa dejó al margen el sentido crítico,
la tontería del «todo es posible»
sin siquiera conocerlo en el mundo onírico.
El bucle incesante en su afán por contradecir,
la soledad abrazando cada atisbo de duda,
abrumando con su peculiar forma de transmitir
un grito ahogado mediante una voz muda.

El clima y el frío se unen a la fiesta oportuna
siguiendo la melodía de violines y un piano,
la armonía de las teclas conduciendo hacia la luna
perdiendo la vitalidad propia del ser humano.
El nimboestrato sabe lo que se avecina,
por eso ha venido a verme.
Cada oportunidad surgida se torna en neblina
y en vista del historial adquirido
prefiere adherirse como un germen
adelantándose a acontecimientos sufridos.

Pérdida gradual de luz,
ganancia lineal de frustración,
adquisición proporcional de convencimiento
y ausencia de realidad en el corazón.
La duda siempre haciendo mella
mientras procura evitar el desvanecimiento,
lazos cardíacos deshechos por la querella
forzando al sistema a cargar con su cruz.

El «estado de izquierdo» y su mal planteamiento,
las variables aleatorias perdiendo el norte,
la vida siempre con ganas de dar un escarmiento
al usuario que acaba recibiendo algún corte.
La penumbra contra el alumbrado,
una batalla basada en lo artificial
donde el ansia se ve del todo acostumbrado
y predomina la sequía en el Mediterráneo facial.
No obstante, resulta hasta cómico.
La carcajada fruto de la no-sorpresa
surge como un reflejo tan natural como único
abordando todo como una fuente de agua espesa.

Muelles dorados y abanicos de miel
sobre una vasija fina y resistente,
la estampa de la hermosura en forma de piel
y el conocimiento de un mundo diferente.
Pero este es el problema de la adicción,
siempre se tiene ganas de hallar un refugio
y, aunque sólo conozca datos de redacción,
el que diviso parece bello como un arpegio.

Llevar un timón inocuo en alta mar
queriendo corregir errores de otros navíos,
parece imposible al pretender navegar
siguiendo la ternura de una sirena,
hacia un lugar donde no se divisa arena
y empuja a contracorriente el viento frío.

Parece que la eternidad ha entrado en escena.

jueves, 2 de febrero de 2017

5Vo

Violín insomne, ambienta el trayecto arenoso,
dale cobijo al viajero bajo el crepúsculo,
deja que sus raíces más profundas vean la luz del sol
que las aguas estancadas han calado hondo
y ahora sólo ansían secarse en un paraje hermoso,
deshaciendo tras de sí un cúmulo de túmulos
al son de melodías de viento sin parangón
para extirpar toda la humedad residual de fondo.

Viajero bajo la influencia de Pascal
vigilado constantemente por su futuro
caminando sin descanso ni orientación,
con arena en los ojos y reacción lacrimal
resulta lógica la desubicación que te auguro,
pues no te adaptas al ritmo de la canción.

Valeroso caminar ante la densa bifurcación,
tú que te limitas a dejarte guiar por la brisa,
recuerda que las líneas que separan ambos senderos
se deshacen en cuestión de un estornudo.
Por ello, querido amigo, no te aferres al león,
mantente expectante ante el camino que pisas
y confía en tu cánido más preciado,
que ya sabes que en estos meses de enero
las cosas se tuercen hasta formarse un nudo
y no es momento de mantenerse atado.

Vientos cargados de metralla desértica
azotando su rostro al mirar a cualquier lado,
ambiente repleto de sensación escéptica
como si quisiese evitar cualquier hoyo cavado,
sortear lesiones isquémicas del miocardio,
huir de los desgarros y demás cicatrices,
y todo para qué, si al final conforman los matices
de toda decisión tomada en el calvario.

Ventosas internas escarchadas en niebla,
no agobiéis en exceso la mente del viajero
pues aún no está preparado para lo que se avecina,
limitaos a hacerle compañía en adenosina,
que el camino mostrado a veces tiembla
y debe continuar hasta que suene el sonajero.

Valiente criatura inerte
luchando por una supervivencia inexistente.
El espantapájaros se quedó con ganas de verle
y salió en su búsqueda sin ningún referente.

Ojalá encuentres lo que buscas, querido viajero.