jueves, 18 de agosto de 2016

Astronautas

Favorecer la última vuelta expectante en la grada con ojos de gigante, sin observar nada, obviando la profundidad de la mirada atónita, dueña de su preciada tónica. Cada cual sigue sus pautas, y tanto. Logra caminar con un encantador espanto o con un espantoso encanto, gente con la precaución de mantenerse cauta o arropar su voz ante todos con un canto. Sus perros ahora son astronautas, los gourmets sufren de diabetes y las hienas se mueren por deleitarse más allá del retrete. Hipnosis en vena deshaciendo la razón en un puñado de arena, un tazón de emociones confusas, difusas, sin nada y todo que ofrecer, pues, al parecer, su vida parecía girar en torno a un prisma y, a su vez, aparentaba ser contradictoria en sí misma.