martes, 18 de agosto de 2015

Dispersión

¿Y qué si no puedo tenerte?
Mi corazón ardiente fusionará los trozos dispersos para volver a ser una sola pieza.
Al fin y al cabo, eres como un pequeño gorrión: siempre revoloteando de un lado hacia otro, libre, con determinación y seguridad.
Parece un puzle, un rompecabezas.
La verdad es que la paciencia poco a poco se agota.
Te parecerán algo inquietantes estas oraciones aparentemente inconexas y sacadas de contexto.
Realmente, mientras sigas radiante como los jazmines de primavera podré sentirme vivo.
No recuerdo haberle dedicado tantos escritos a alguien.
Ya lo dijo cierta banda alemana, «el amor es como un animal salvaje que te araña, te muerde y te desgarra».
Pero joder, qué gustazo es el sentir tu presencia.
Lo cierto es que ya me espero cualquier cosa.
Tampoco tengo del todo claro cómo acontecerán los hechos.
Un día me volveré loco.
Y es lo que tiene el que haya trozos dispersos por ahí, que no sabes bien dónde encajarlos y queda una estructura abstracta y desordenada.
Estás en lo más profundo de mi ser ahora mismo.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de la evidencia del asunto.
La verdad es que me muero de ganas por volver a deleitarme una vez más con tu mirada.
No sé qué tramas ni qué sientes ni qué piensas, pero dios, me rompes los esquemas.
Una mente quebrantada por la locura de tu ser.
Cualquier cosa merece la pena si estás cerca.
Eso es todo.
No sé ni lo que estoy escribiendo, la verdad.
Tengo ganas de hacer muchas cosas que, aparentemente, se hallan fuera de mi alcance.
¿Acaso es mucho pedir poder dedicarte una caricia?
Ojalá esta estela perdure hasta el fin de los tiempos.

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