viernes, 3 de febrero de 2012

2º examen de conciencia

Supongamos que una persona se introduce en lo más profundo de una cueva alejándose del ruido ajeno y de otras distracciones, debido a la maldición que un hechicero le otorgó como castigo tras descubrir cómo éste le robaba manzanas de su jardín.
En realidad no buscaba manzanas, tan sólo quería apreciar los pájaros que habitaban en aquel frondoso árbol, pues le apasionaban, tanto es así que siempre solía ir provisto de alpiste y demás alimentos para las aves.
La cueva se muestra iluminada debido a diversos orificios en el techo, ya que se encontraba en una zona saliente de una montaña. Esos agujeros hacen que, de vez en cuando, el inquilino se evada del mundo, preocupándose por los pájaros que antes veía tan a menudo surcar los cielos y ahora apenas podía saber siquiera si rondaban por allí cerca. De vez en cuando puede apreciarse cómo éstos pían, aunque otras muchas veces la cueva se mantiene silenciosa casi en su totalidad.
Todavía le quedan varios días para poder abandonar la cueva, y lo único que sabe es que, con suerte, los pájaros pueden estar por allí... o no. Tal vez para cuando regresara, aquellos pájaros podrían haberse marchado, bien a otro lugar, bien con otra persona con la que poder alimentarse y sentirse cuidadas, tal y como nuestro inquilino procuró hacer desde el principio.
¿Qué debería hacer nuestro protagonista para matar el tiempo mientras transcurre el tiempo de castigo?

Respuesta:

Dependiendo de la personalidad de nuestro inquilino, podrían darse diferentes situaciones.
Si fuera una persona insegura, posiblemente pasaría el resto de los días que le quedan allí dentro amargado, triste, nostálgico, tendría miedo de perder a aquellos pájaros a los que tanto tiempo le había dedicado. Se sentiría feliz si esos pájaros cantasen cerca de su nuevo alojamiento, pues significaría que siguen ahí, o incluso hubieran podido ir a buscarlo, ya eso depende de lo ilusionado que se mostrase ante un acontecimiento así. En caso contrario, si no dieran señales de vida, o la dieran muy levemente, probablemente acabaría deprimido.
Por otra parte, si fuera más "pasota" no tendría mucho por lo que preocuparse, ya que perfectamente puede centrarse en sus quehaceres en la cueva sin preocuparse por los pájaros, con la confianza de que seguirán allí, de que no le habrán abandonado por nada ni por nadie y que aquellas aves se mostrarían con la misma actitud con la que se manifestaban en su día.
...
Si yo fuera aquel inquilino, me gustaría ser el "pasota". Sin duda, parece lo más sano, al menos más que estar preocupado por todo y por cualquier cosa.
De ser así, estos días intentaría imitarlo lo mejor posible.
Me encantaría ser aquel inquilino.

Considerad esto como una especie de... resumen a grandes rasgos de lo sucedido desde mis últimos escritos hasta hoy en lo que a mi experiencia personal respecta.
Un saludo chavales.

1 comentario:

María (LadyLuna) dijo...

No recuerdo muy bien qué filósofo, dijo que el problema no es el problema, sino nuestra actitud frente a éste.
Si estás en esa cueva, puede que cuando salgas los pájaros no estén, es cierto, porque los pájaros vuelan, se van, vuelven... vienen otros. Siempre habrá más pájaros dispuestos a comer de tu mano y a deleitarte con sus cantos.
Con ese pensamiento has de quedarte. Así, si no siguen allí, tendrás la esperanza de ir a otro árbol, a otro jardín, y encontrar, tal vez, pájaros que no te hagan acabar en una cueva.
Y si cuando salgas, no siguen allí, sabrás que mereció la pena porque tienes la oportunidad de conocer nuevos jardines, y encontrar pájaros que quizás vayan más contigo que esa bandada. Y, por otro lado, con esta visión, si tus pájaros siguen allí, sabrás que los días en la cueva merecieron la pena.
Por tanto, lo que tenga que pasar pasará. Mientras tanto, haz cosas útiles que te hagan bien dentro de la cueva. Hazte una cama, crea algo para comer, dibuja, ejercita tu mente, aprende a sobrevivir, a sobrellevar situaciones en suspense que todos tenemos alguna vez en la vida.
Teeeeeeee quiero, Peketwiste.