miércoles, 16 de octubre de 2013

Araña "pavo real"

Existen muchos tipos de insectos cuyo ritual de cortejo consiste en que el macho intenta impresionar a la hembra y, si no surte efecto, ésta se abalanza sobre él para devorarle. Hay otros insectos a los que les pasa lo mismo pero una vez que se efectúa el apareamiento. Ante tal panorama yo me pregunto, ¿por qué se arriesgan tanto?

Hay que tener en cuenta que no estamos hablando de ninguna tontería, sino de perder la vida por "canibalismo". ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso estos bichos tienen los huevos más gordos que un búfalo y les da igual lo que suceda?

Ahora viene la típica escena en el que alguien alza la mano y afirma: "quien no arriesga no gana", y ante ello yo realizo otra pregunta: ¿A qué precio estarías dispuesto a arriesgarlo todo?

Parece ser que estos diminutos seres... o bien no se lo piensan siquiera, o tal vez no tengan nada que perder. Con los humanos pasa lo mismo, sólo que a nuestro modo. Me explico:

¿Cuántas personas darían lo que fuera por alguien a quien aprecian y quieren? ¿Cuántas personas estarían dispuestas a hacer lo que sea por ayudarles, conquistarles, hacerles felices o entretenerles?

Hay personas que tienden a tirar la toalla fácilmente, pero hay otras que, a pesar de que saben que lo que se avecina no es bueno, igualmente se arriesgan y acaban como todos esperan, es decir, mal. ¿A qué se debe esta tendencia masoquista? ¿Al amor? ¿Tan cruel puede llegar a ser el sentimiento considerado más bello de todos?

¿Quién sabe? Puede que ese maldito insecto no consiga quitarse a alguna fémina de su especie de la cabeza y por eso hace lo que hace... o puede que no. ¿Cómo se puede vivir así? ¿Cómo es posible que muchos consigan evadirse tan fácilmente y despreocuparse por todo lo que les acontecía mientras otros no sean capaces de mostrar una sola sonrisa desde que las cosas les empezaron a ir mal?

La verdad es que no sé cómo conseguir destrozar o trepar el muro y superar así el obstáculo, llevo meses intentándolo sin éxito y el hecho de que a algunos les resulte fácil es algo que nunca dejará de sorprenderme.

...

Ya he perdido una gran parte de mí y tengo la sensación de que con el tiempo perderé también lo poco que queda de ello. A pesar de todo, me alegra que los demás puedan encontrarse bien... y ya que no puedo influir mucho en sus vidas, espero sinceramente que consigan alcanzar la felicidad plena. Mientras tanto, yo deambularé de un lado a otro buscando algo con lo que poder destrozar el muro.

...

Sin duda, es una sensación de lo más angustiosa y desagradable.

1 comentario:

Lunático dijo...

Querido amigo:

Por muy cerdos que sean algunos hombres, por muy zorras que sean algunas mujeres, por muy peloteros que seamos a veces o por muy bichos raros que podamos sentirnos, nada pinta esa fauna en el amor. Ojalá y pudiéramos tomarnos este asunto como ellos. Pues bien si es verdad que sería más aburrido, no nos preocuparía. Solo nos guiaría el instinto.

Aun así, y cambiando -discúlpame- un poco de tema, me gustaría hablarte de otro fenómeno que se da en la naturaleza:

El río -por ejemplo- desde que nace, débil, con su dulce y chapoteante llanto, pataleando roca a roca, va consiguiendo abrirse camino y aumentar su caudal.

A veces, vuelve a estrecharse. Siempre vienen tiempos de vacas flacas. El poderoso caudal, desbordante a veces, que antaño consiguió ya no arrolla con tanta fuerza e incluso le cuesta abrirse camino.

Las fatigadas aguas en un ultimo estertor tratan de salir adelante y se arremolina, se agitan, se bifurcan... Pero ¿sabes lo curioso que es el bendito momento en el que la circunstancia hace magia y las aguas, ya muy trastornadas, vuelven a su cauce y su calma?

Quizás aun falte demasiado para el delta de nuestras vidas y nos impacientemos al querer ver el mar.
Pero lo realmente cierto, es que mientras así sea aun habrá camino por hacer y andar. Aun habrá cosas que descubrir y que amar, odiar, desechar... Aún habrá vida (mientras duela).

Entiende que este sacrificio que es vivir, es igual de costoso para todos cuando se hace recuento final. Rapidez no es sinónimo de facilidad, si no de esfuerzo. Esfuérzate. Erosiona la roca que impide tu paso.

Al fin y al cabo, todos nacimos tras una ventisca, cuando el calor de la vida convirtió la nieve en tibia agua.

Un abrazo.