sábado, 19 de octubre de 2013

La llegada del otoño

Una luna de plata azulada inundaba la vida en la noche.
Su luz enfocaba la danza entre la brisa nocturna y un árbol solitario situado en el descampado.
A su cobijo, yacía todo aquello que era hermoso en una sola persona. Esta, tocaba dulcemente un violín.
El árbol se mostró tranquilo ante el cántico de aquel instrumento, fuente de relajación para unos y nostalgia para otros.
Ni una sola palabra existe que lograra transmitir esa melodía. Sus acordes murieron tras cumplir su función. Ser lumbre al alma.
Y así, cuando el silencio lo abarcó todo, una hoja se desprendió del árbol cayendo sobre la joven. Era hora de volver a casa.


Este microcuento ha sido creado conjuntamente por mi querido amigo Lunático y yo, autor de este blog.
Esperamos que sea de agrado para aquellos que encuentren el enlace a esta página.


1 comentario:

Toñi dijo...

romántico, dulce ... muy hermoso